sábado, 26 de febrero de 2011

Muitos.

Sentada en el balcón. Al fin tranquilidad…el encuentro con uno mismo no es siempre del mejor, pero vamos a aprovechar mientras sea bueno.
Cerveza, pizza, música, chocolate y un camino. Miré para el cielo. Amo hacer eso. Me gusta, me reconforta, me llena de estabilidad y no sé bien porque. A lo alto, brillaban algunas luces en el medio de tanta oscuridad atrapante, miré…un avión. Recordaba cuando era chica y me gustaba saludarlo, como si él me viera, como si la gente dentro de él respondiera mi saludo…como me vería yo? Una hormiga entre esta selva agitante de desafíos ambulantes. De pronto, el sonido de una moto…era un pibe con gorrita escuchando cumbia villera, que se mezclaba, que se sentía junto a mi querida bersuit, en donde el tiempo no para, camino cruzado de fechas incontables, ganas de partir no se a dónde puta sea.  Me acordé del  bondi, del   128 que algunas veces tomo, paso de la arena, jakson y constituyente. Mi vieja me llamaba, mientras yo me escondía queriendo estar en otro lado, con otra persona, otro calor, otra sombra…Me acordé cuando hoy a las 18 y 20 estaba escribiendo en la puerta de mi trabajo, tratando de disfrutar del maravilloso sábado que nos regaló febrero. No quería estar dentro, imaginaba estar en otro lado. Imaginaba como estaba volando, con el perfume mujer, misterio inconcluso de deseo y temor, guardado en el ropero, siendo alimento de algunas polillas hambrientas…al igual de aquellas palomas que me fueron a visitar al trabajo, hambrientas de comida, de la ilusión que llevan en sus alas. Pi pii pii….sms. Ella, mi hermana separada al nacer, mi otro yo…y como digo siempre, esas personas que una agradece haberse encontrado en su vida, compañera de mañanas interminables, mates aguados, lágrimas contenidas de furia por la vida, y de amor que contenía en su mirar. Hicimos terapia por sms, estas cosas de las nuevas tecnologías…ella me contaba que había llegado de laburar, allá, a donde se mudó ahora, cerca de la costa y de la arena, paraíso incansable, musa inspiradora de cualquier vagante de vacaciones por falta de imaginación, sentimientos a flor de piel  jugando a la escondida, en el sótano o en el altillo, o no se qué mierda es cuando querés escribir pero no sabes ni que, ni cómo ni cuándo lo podes hacer. Si, ella allá, yo acá y vos no sé donde porque simplemente desapareces tal cual humo del cigarro que fumo en este instante, fugaz, intenso, con ganas de duradero…pero no, te vas. No estás. No sos…decidís irte culpándome a mí.  Miro la hora en la tele, 12 y 23 pm, y veo a la murga, otro  año más alegrando a multitudes tan conocidas como desconocidas, tan propias como ajenas, aunque en su cantar te hacen sentir tan parte de…que se te llenan de lágrimas los ojos y decís, la pucha…Montevideo. Mi vieja se conecta, y se me pone a hablar de que le quedan pocos días de vida a una pobre señora, y me hace toda la historia, obvio…desde que le diagnosticaron la enfermedad hasta que le quedan 2 meses de vida, y eso que no es la amiga, solo una conocida que quisiera ser desconocida de ella, porque habla con tanta propiedad…bueno, como lo hacemos todos.
Entonces me pongo a pensar algo tonto pero cierto…somos un montón de gente. Somos mundo dentro de otro mundo, somos cables enredados, conectados en algún punto, con ganas de unirnos como de separarnos. Somos parecidos, somos emociones, somos amantes inalcanzables del destino fortuito, torbellino de viento que se ve por la ventana, somos semilla y somos machete, somos pasos perdidos en el camino de la luna.